Científica argentina, premiada por salvar el bosque chaqueño y su fauna única

Micaela Camino protege el bosque chaqueño y al pecarí quimilero junto a comunidades locales. National Geographic la distinguió como referente global en conservación ambiental.

Micaela Camino investigadora del CONICET, fue reconocida por National Geographic por su trabajo ambiental junto a comunidades del norte argentino. Su historia muestra que otra Argentina es posible.

En medio de desmontes, crisis institucionales y desfinanciamiento científico, una noticia da esperanza: la investigadora Micaela Camino fue galardonada por National Geographic y la Fundación Buffett por su labor en conservación ambiental. El premio, que se otorga una vez por año a una persona en América Latina y otra en África, distingue su compromiso con la protección del bosque chaqueño y una especie autóctona en peligro: el pecarí quimilero, también conocido como “chancho de monte”.

“Mi trabajo es con el quimilero, una especie que solo existe en la región chaqueña. Está muy amenazada de extinción y su conservación implica también cuidar el ecosistema entero y las comunidades que lo habitan”, explicó Camino en diálogo con Cadena 3 para La Argentina Posible.

Un ecosistema único y en riesgo

El bosque chaqueño es el ecosistema seco subtropical más grande del mundo y la segunda ecorregión boscosa del continente, después del Amazonas. Sin embargo, es también una de las zonas con mayor tasa de deforestación a nivel global.

“Muchas veces no tomamos dimensión de lo que significa este bosque. No es solo un conjunto de árboles: es un sistema vivo, con especies animales, vegetales, hongos y comunidades humanas que conviven. Si lo seguimos desmontando, vamos directo al colapso”, advirtió Micaela.

Lo que está en juego

Para quienes viven en ciudades, el problema ambiental puede parecer lejano. Pero Micaela lo explica de forma clara: “Este bosque regula el clima, mantiene fértiles los suelos y evita que se salinicen las napas de agua. Si lo perdemos, sufrimos todos: más sequías, más incendios, más inundaciones”.

También deja un mensaje concreto: “En las ciudades hay que exigir que se cumpla la Ley de Bosques. El problema no es solo la falta de normas, sino que no se hacen cumplir”.

El premio de National Geographic la tomó por sorpresa. Ni siquiera se postuló: fue una colega quien la nominó. “Pensé que era un mail con una remera de regalo. Cuando vi que era real, no lo podía creer”, cuenta con humildad.

En un contexto donde el CONICET y otros organismos científicos atraviesan recortes y desfinanciamiento, la distinción llegó como un soplo de ánimo: “Muchas articulaciones que tenía con el INTA, con ministerios, se cayeron. Este premio fue un empujón. Me permitió conectarme con una red de personas increíbles y volver con energía para seguir”.

La historia de Micaela Camino no solo es un caso de excelencia científica. Es también una prueba de que en el interior del país hay personas trabajando, pensando y actuando por un futuro sostenible y justo. “La conservación no es solo de animales: es de vínculos, de territorios, de modos de vida. Si aprendemos a convivir, hay futuro. Si no, no lo hay”, resume Micaela.

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