Donald Trump y Javier Milei vs. Taylor Swift y María Becerra

La libertad de expresión en el supuesto país más libre del mundo está tomando formas extrañas. Cada vez que una cantante pop se expresa contra Milei, él inmediatamente orquesta una campaña (burda) de desprestigio, utilizando las cuentas oficiales del gobierno como plataforma. Pero él no es el único: Donald Trump también lo hace. ¿Es este uno de los nuevos denominadores comunes de los neofascismos 2.0?

“María BCRA debe ser como Ladri Depósito”, tuiteó Milei desde su cuenta oficial, luego de que María Becerra haya aprovechado su show en la Fiesta de la Confluencia para pedirle a un público de 500 mil personas que donen dinero a los brigadistas que combaten los fuegos en el sur (mientras Daniel Scioli juega al paddle escindido de esta tragedia ambiental). 

“No hay que quedarnos de brazos cruzados porque no se ayuda solo con palabras. Hay que hacer, hay que compartir, hay que visibilizar la situación. Y si el Estado no está dando la ayuda necesaria, la damos nosotros”, dijo La Nena de Argentina, que ya había quedado entre ceja y ceja del presidente más liberal del mundo, por haber acompañado a Lali a la marcha antifascista. Un gesto que LLA se encargó de traducir en una fake new, aduciendo que su presencia de debe a que Amnistía Internacional le había dado dinero para que fuera. (Ignorando que ella es aliada activa del colectivo LGBTIQ+ desde el momento 0 de su carrera).

Esta obsesión que tiene Milei y sus Camisas Negras de TikTok con las mujeres jóvenes, influyentes y poderosas que se manifiestan contra su régimen, a las que trata de invalidar a través de fake news y la utilización de las imágenes  falsas de ellas con fines humillantes, no es algo nuevo. Y que usen las redes oficiales del gobierno para abonar un clima de patoterismo infantil, tampoco. 

Un odio discursivo que chorrea más allá de las fronteras 2.0, y que se traduce en un contexto de violencia hacia las mujeres, donde las que se manifiestan inmediatamente deben ser calladas, tratadas de locas, mentirosas o de haber sido manipuladas por intereses espurios de la agenda 2030. Como dijo recientemente Bertie Benegas Lynch, el motivo de vida de las hembras humanas uteroportantes debe ser criar niños. El resto, es transgresión.

Esta tendencia que borra la frontera entre los canales de comunicación oficiales y las reglas más salvajes del forismo de Twitter parece ser uno de los nuevos must de la ultra derecha reloaded

Donald Trump, otro ogro pataleando en el aire 

El 20 de enero empezó la segunda presidencia de Trump y, desde esta parte del mundo, es como si estuviésemos viviendo un deja-vu. Pero ahora los protagonistas no somos nosotrxs, sino estadounidenses estupefactos, confundidos y con un jet lag témporo espacial: no entienden si un vórtice los aterrizó en un infierno distópico, o en la Alemania de los años 30’s.

Esta novela de Stephen King ya la vivimos. Si acá el nuevo secretario de niñez era ex gerente de la casa de apuestas CODERE, allá la flamante secretaria de educación es la ex directora de una empresa de lucha libre. Si acá Milei exigió, en sus primeros días, que los jueces usen toga, allá Trump ya firmó una normativa para que las pajitas dejen de ser de cartón y vuelvan a ser de plástico. Un día triste para las tortugas marinas y para la democracia. Entre otro cúmulo de delirios oficiales que rozan el terraplanismo y el pensamiento mágico, como la negación del cambio climático y creer que el mercado se regula solo.

Como ya mencionamos, si otra cosa tienen en común estos gobiernos del yo-hago-ravioles-ella-hace-ravioles, (como obsesionarse con las atletas trans), es usar las redes sociales estatales de forma poco ortodoxa. Lamentablemente, se perdieron las buenas costumbres del cansino tono protocolar para hacer anuncios de gestión en IG. Ahora, las tías que mandan stickers de Tweety deseando bendiciones tomaron el control y son las dueñas del paredón virtual de nuestra Casa Rosada y la análoga White House.

Cada gobierno fascista necesita su enemigo interno y Trump ya eligió los suyos. Entre su ránking de personas non gratas para la pureza racial WASP están, -para sorpresa de nadie-, los migrantes: la conveniente mano de obra barata que nutre a la economía de EEUU. Un colectivo que describió como salvajes que, de mínima, se comen a los perros y gatos de sus vecinos. Y ahora, que volvió al trono presidencial, le dio luz verde al coto de caza humano con camiones de “la migra” haciendo redadas en barrios latinos. 

Ante estas secuencias terroríficas que adelantan el tono persecutorio que impondrá el segundo mandato de Trump, la cantante y actriz Selena Gómez, que es descendiente de mexicanos, hizo un posteo en sus redes sociales llorando, diciendo que “no sabe qué hacer” para frenar la crueldad que implica esta crisis humanitaria.

Inmediatamente, Trump hizo un post en su página oficial usando una captura de ese mismo video, donde se la ve a ella visiblemente conmocionada, como parte de un reel donde él defiende la idea de que los migrantes son violadores en potencia. De esta manera, el hombre que tiene el poder de hacer explotar una bomba nuclear usa la imagen de Selena, una cantante pop, una civil, una chica, para burlarse de ella, humillarla y configurarla como una defensora de abusadores sexuales, en una burda maniobra para (intentar) anularla discursivamente. 

Los MAGA de aquí y allá no solo aman ver mujeres llorando, (algo que consideran un triunfo), sino también adjudicarse de forma perversa la superioridad moral de “no defender violadores”, dando a entender que son ellas, las supuestas progres, las woke, las feministas, quienes sí lo hacen. (Dentro de su lógica: violadores=mexicanos; violadores=gente trans; violadores=docentes de ESI, etc).

“Qué peligroso, qué triste”

Este gesto patotero generó un aluvión de comentarios de estadounidenses escandalizados en la cuenta de Donald Trump, al ver que la comunicación oficial del presidente de los Estados Unidos, una de las personas más poderosas del mundo, tiene la misma seriedad que el perfil de Facebook de tu tío forista de LN+ y compartidor de posteos de NIK y de @coherenciaporfavor. En definitiva, Selena estaba haciendo uso del derecho sagrado a la libertad de expresión, pero fue censurada y su imagen fue usada en su contra. Se puso rara la libertad, ¿no?

Algo que, a esta altura del partido, para nosotros ya es el pan recalentado de cada día. De hecho, Milei arrancó su gestión con posteos hechos con IA que muestran a Lali Espósito caricaturizada “robándole plata a los niños del Chaco” (¿se acuerdan de “los niños del Chaco”?) como castigo a su tuit donde, tras las elecciones, ella había expresado: “Que peligroso. Qué triste”. Palabras tan soft para describir a este gobierno que, ahora, nos generan ternura. 

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